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Por cortesía de Michiel Jielijs Flickr |
Hoy he participado en la carrera de la ciencia y después de la carrera he querido hacer este post. Reflexionando sobre el hacer ejercicio.
Cuando participas en una carrera popular te llevas una lección de humildad. Cuando uno entrena piensa que está en forma, que las piernas funcionan perfectamente, que tampoco corres tan lento, hasta que llegas a una carrera... Esos momentos de tensión antes de la carrera, los nervios...Controlas el móvil que esté la aplicación del móvil preparada, el reloj de la muñeca puesto a punto, el calentamiento previo, todo... Dan el pistoletazo de salida y de repente ves que una marea humana te adelanta. Padres con carros de niños, gente más rellenita que tú, mujeres que podrían ser tu madre, chicas con un cuerpo parecido al tuyo... ¡Todos! y piensas... Joer pero si yo cuando iba por el parque creía ir rápido. Pues no amiga, no, ¡vas pisando huevos! Vamos que estás fondona, asúmelo.
Cuando participas en una carrera popular te llevas una lección de humildad. Cuando uno entrena piensa que está en forma, que las piernas funcionan perfectamente, que tampoco corres tan lento, hasta que llegas a una carrera... Esos momentos de tensión antes de la carrera, los nervios...Controlas el móvil que esté la aplicación del móvil preparada, el reloj de la muñeca puesto a punto, el calentamiento previo, todo... Dan el pistoletazo de salida y de repente ves que una marea humana te adelanta. Padres con carros de niños, gente más rellenita que tú, mujeres que podrían ser tu madre, chicas con un cuerpo parecido al tuyo... ¡Todos! y piensas... Joer pero si yo cuando iba por el parque creía ir rápido. Pues no amiga, no, ¡vas pisando huevos! Vamos que estás fondona, asúmelo.
En ese momento se te presentan dos opciones: a) seguirles el ritmo hasta desfondarte, b) resignarte y tratar de llevar un ritmo más o menos bueno, c) abandonar ante el "ridículo" evidente. Es obvio que la tercera opción está descartadísima, te has preparado y aunque solo sea por la camiseta te quedas, pese a que acabes andando. La primera es la versión kamicace puedes hacerlo dos- tres kilómetros (depende del estado de forma de cada uno) pero seguro que no acabas o si acabas a saber en qué condiciones. Por lo que te queda la opción de en medio, resignarte y tratar de llevar un buen ritmo.
Cuando te resignas y tratas de llevar un buen ritmo, ese momento en el que pones la mente y el cuerpo en conexión, notas tu respiración, controlas tus pulsaciones, tratas de ir rápido pero siendo consciente de que tienes que terminar. Ahí justo en ese momento, empiezas a disfrutar de la carrera. Te das cuenta que estás corriendo por lugares que habitualmente dominan los coches, que la gente esa que te adelanta comparte tu misma afición y que aunque suene tonto perteneces a una categoría a la que otros no, corredores, runners o como quieras llamarlo. Por esos instantes de felicidad y cansancio merece la pena la carrera.
Obviamente según van pasando los kilómetros el cansancio va en aumento, ves que adelantas aunque sea uno o dos...Te planteas abandonar pero sigues y sigues corriendo y cuando pasa el ecuador de la carrera y estás deseando acabar te motiva saber que ya falta menos de lo que llevas recorrido. La alegría vuelve, ves que hay gente que anima, que no estás solo y te reconcilias con el deporte. Sigues y sigues y tiras de arrestos cuando ya no quedan ni cabeza ni piernas y ahí al fondo ves la meta, aprietas los dientes, fuerzas un poco más las piernas y das el último sprint y de repente el cansancio disminuye, la alegría vuelve y las piernas responden...Y ya estás, ya has cruzado la línea de meta. Te felicitas a ti mismo, ¡lo has conseguido! Te encuentras con amigos, familiares y con otros corredores, comentáis cada detalle, las sensaciones, el recorrido, todo. La mezcla de felicidad y cansancio hace que estés deseando apuntarte a otra carrera porque sí, porque cuando corres se sufre y se sufre mucho, pero engancha y engancha aún más.
Para resumir este post podría acabar con la frase tan manida como cierta de "mens sana y corpore sano" de Sátiras de Juvenal pero he elegido estas dos frases que me gustan, pongo las dos porque no poner una sería desmerecer a la otra.
"El que no encuentra tiempo para ejercitarse tendrá que encontrar tiempo para la enfermedad"
(Earl de Derby)
"La salud de un hombre puede juzgarse por lo que hace de 2 en 2, ya sea tomar pastillas o subir escaleras"
(Joan Welsh)
¡Hasta aquí mi post improvisado de hoy!
Espero que os guste y muchas gracias por leerme, espero que os animéis a comentar y sobre todo a hacer ejercicio.
Pues a mi que me maten, pero si alguna vez me dan un premio será el de mención de honor al sedentarismo, porque la típica que tras dar tres pasos corriendo, acabo con la lengua fuera y jadeando como una loca. Por supuesto que mi taquicardia ayuda, pero no quiero escudarme tras ella. Soy vaga por naturaleza, jajaja !
ResponderEliminarBesos !
Jajajajaja yo también era muy vaga, Maribel, pero la pereza hay que vencerla ;)
EliminarMi abuela suele decir "El que corre algo ha hecho". Por eso no corro. No vaya a ser que mi abuela se entere y sospeche que he hecho alguna maldad.
ResponderEliminarPersonalmente admiro la fuerza de voluntad que tenéis los que corréis, principalmente por que carezco totalmente de ella, aunque si hay tanta afición debe compensar con creces el esfuerzo.
Quizás algún día me anime a probar. Mientras tanto os animaré desde la terraza de algún bar.
Sí compensa la verdad. Realmente pocas veces apetece correr, por lo menos a mí, pero es una lucha contra uno mismo. El cuerpo es lo único que vamos a tener hasta el día de nuestra muerte y por eso hay que cuidarlo.
EliminarAsí que si algún día te calzas las zapatillas y te propones correr, prometo animarte también desde la terraza de ese bar o de otro con una sonrisa y una palabra de ánimo. ¿Aceptas la oferta?