Te amo, amor capítulo XIX

10.4.15

En el capítulo anterior...

Veo un e-mail de mi cuñado, me pregunta por la dirección en la que vivimos. Como no me dice el motivo tampoco se lo pregunto, supongo que Marta se habrá olvidado algo y quiere que se lo envíe. Le respondo el correo ya que la vídeo conferencia con Madrid ha quedado en un punto muerto. Yo ya he propuesto mi punto de vista y el responsable de economía le está pidiendo a legal unos informes de viabilidad.


CARLOS

Ya hace una semana que Daniela llegó a casa y por lo visto es para quedarse, Marta está más contenta que nunca y se la ve feliz, no es que conmigo no lo estuviera, pero el hecho de ver una cara amiga que no sea la mía le hace bien y a mi también. Si ella es feliz, yo más.



Son las doce de la mañana, Marta y Daniela han adoptado una costumbre. Se van juntas hacia el hospital y mientras la segunda hace turismo Marta está en rehabilitación y a eso de las dos comen juntas lo que me ha dejado cierto margen porque así, si un día estoy muy cansado, ninguna de las dos comen solas y yo puedo dormir más. 

Las dos en casa son una locura y más en esta semana, están las dos con la regla y no hacen otra cosa
que inflarse a helados mientras se quejan de las cartucheras que les están saliendo y ven películas de esas en las que hay una historia de amor. A veces el "galán" es un cabrón redomado que acaba enamorándose de la chica y otras el sujeto es amable, cariñoso, honesto, encantador, pero hay un cerdo insensible que la enamora. El diario de Bridget Jones, sí. Después Marta viene y me da un beso diciéndome "yo me quedo contigo mr. Darcy". Si el sr. Darcy ese conviviera con dos bombas de hormonas a punto de explotar no sería tan bueno. Estoy convencido de que las encerraría en un manicomio o haría las maletas y se iría. Pero cuando veo a Marta dormir, o veo como le brillan los ojos de felicidad, se detiene el mundo y por verla sonreír sería capaz de pactar con el mismísimo diablo con tal de que nada me impidiera seguir viéndola feliz. 
Mi mayor anhelo en esta vida es que ella esté a gusto y que haga de su sueño una realidad, de su película favorita una realidad que palpe todos los días. Sí lo confieso, estoy enamorado de esa mujer castaña de ojos miel hasta las trancas.
Nunca os he contado como me enamoré de ella, algún día lo haré. 

Son las doce y media de la mañana, oigo como llaman insistentemente a la puerta, decido no hacer ruido. Lo cual es absurdo, tumbado en la cama mirando al techo no pueden oírme. Y nada, que el pesado de la puerta sigue insistiendo, como sean pastores que vengan a "darme la palabra de Dios" no voy a dudar en cerrarles la puerta en las narices.

Bajo las escaleras con todo el sigilo que puedo tratando de evitar de hacer ruido por si se arrepienten y se van. Nada es inútil. Abro la puerta desganado

—¡Carlos cariño! —mi suegra, mi suegro y mi cuñado.
—¿¡Qué hacéis aquí!? —pregunto con una mezcla de sorpresa e indignación. No entiendo por qué nadie me avisa de estas cosas. ¿Y si estuviera a la compra? Disimulo mi enfado. —Hola. No os esperaba perdona —.Respondo sin avisar.
—¿No os avisó Daniela? 
—¿Avisar de que veniais? 
—Sí, por eso te pedí la dirección —dice mi cuñado.
—Pasad. Estáis en vuestra casa.



MARTA

Desde que Dani está aquí, me siento fortalecida, esta chica a pesar de ser pesadísima a veces, es mi hermana y la adoro.
Hoy comí con Dani, ha ido a ver a unos amigos que acaban de tener un bebé, que al parecer la chica lo pasó fatal y dice que uno y no más. Por lo demás mi rutina es bastante parecida de unos días a otros, cuando acabo muy cansada, pero los fines de semana Carlos y yo solemos ir al campo o ir a exposiciones y disfrutar de la ciudad. 
El doctor Smith, se me ha vuelto a insinuar y de vez en cuando pasa sus dedos ligeramente por mi nunca para analizar como reaccionan mis terminaciones nerviosas ante los estímulos. La primera vez que lo hizo, sentí un cosquilleo desde la cabeza hasta los pies. Con voz seductora me dijo

 —Tranquila Marta. Esto solo es parte del tratamiento —.No sé ya si será verdad o qué, pero cuando me acarició, dejé de pensar y no quería que dejase de hacerlo. 

—De acuerdo —respondí tragando con dificultad. Continuo haciendo comprobaciones aquí y allá a la vez, comprobó el estado de las articulaciones.

—Vas muy bien Marta, ¿ te estás tomando la medicación?

—Sí.

—¿Y que notas?

—Noto que ya no se me entran espasmos, que no se me agarrotan tanto los músculos y que cuando tratan de hacerlo, duran menos esos agarrotamientos y son menos dolorosos.

—Eso es muy buena noticia. ¿Te encuentras muy cansada? ¿Tienes dificultades de visión?¿Algún síntoma fuera de lo común? —en ese momento pensé que mis relaciones sexuales con Carlos cada vez son mejores y que aún así me encuentro muy bien. 

—No te conviene hacer un ejercicio físico excesivamente intenso. Por eso que el sexo tiene que ser pausado y sin hacer grandes esfuerzos.

—¿¡Perdón!? —pregunto incrédula —Recuerdo que me dijiste que el ejercicio físico era bueno. De hecho la mayor parte de la rehabilitación consiste precisamente en eso.

—Y es cierto. Pero es suficiente con el que haces aquí.

—¿Estás insinuando que reduzca mi vida sexual con mi pareja porque ya hago ejercicio aquí? Si es así, quítame horas de la terapia, pero no pienso dejar de disfrutar de una vida mucho más que plena con mi pareja porque tú lo digas. —Espeté enfadada. Me pareció el colmo.

—No puedo quitarte horas de terapia, necesitas todas.

—¿Entonces? ¿Qué insinúas?  —no le di tiempo a contestar —He soportado que te acercaras a mi de una manera bastante poco profesional.

—Es parte del tratamiento y tampoco te he visto que te quejaras. Es más lo disfrutabas.

—Si lo disfrutaba o no es asunto mío. Tengo muy claro que no me voy a enredar en una historia sin futuro con un médico que será una eminencia en la materia, pero como persona deja mucho que desear. Así que le ruego —cambié el tratamiento de usted a tú a propósito —, que deje de tratarme con una familiaridad que no corresponde, porque de no ser así pondré una queja formal en el hospital. Creo que ya pago suficiente a este hospital como para que se me trate con respeto y no como si fuera una estúpida. Así que ahora, le ruego que acabe cuanto antes su exploración y me deje marchar.

—Ya he terminado —acepta el reto —.No vuelva por mi consulta en al menos dos semanas, continúo el tratamiento como hasta ahora y recuerde, cuidado con los esfuerzos. La enferma es usted y no yo —me espetó con rabia.

Salí de la consulta, le miré con rencor y me fui. Me sentí humillada. Asqueada. 


Después de ese desagradable incidente no le he vuelto a ver y ha sido lo mejor. Esa misma noche con Carlos tuvimos un noche de sexo memorable. Al día siguiente llegué con agujetas al hospital y él se tuvo que quedar trabajando durante la mayor parte de la mañana.

Ni mi hermana ni Carlos vienen a buscarme hoy al hospital así que supongo que me toca "hacerme mayor" y volver sola a casa. Daniela está muy misteriosa y Carlos me ha escrito que en casa hay una sorpresa. Supongo que será que ha comprado algún perro o un gato. Necesita compañía, le entiendo.


CONTINUARÁ

¡Hasta aquí el post de hoy!

Espero que os haya gustado. Muchas gracias por leerme. Espero ansiosa a leer vuestros comentarios :)












4 comentarios:

  1. Al parecer el doctorcito ya no representa una amenaza y el peligro se está esfumando.. con tanta gente se ha ido perdiendo la emoción. ¡Quiero acción! Me hace falta el Carlos posesivo y machote,
    Besotes.

    ResponderEliminar
  2. Hola! Me ha gustado como ha puesto al médico en su sitio y ahora al poco tiempo ¡otra visita sorpresa! Desde luego solos no van a estar :)
    Besos!!

    ResponderEliminar
  3. ¡¡¡Ya era hora!!! que ponga en su sitio al idiota del doctor que me cae muy mal jajaja si viene más gente de visita a Carlos le va a dar un chungo xD

    ResponderEliminar
  4. He llegado a la conclusión de que Carlos no existe....tanta paciencia en un ser humano, es imposible, jajaja !
    La reacción de Marta me ha resultado algo exagerada, aunque la recomendación del doctor fuera un tanto desafortunada también. Ay, ay, ahora solo falta que venga Daniela a meterle caña a ese doctor !
    Besitos !

    ResponderEliminar