
Hoy, en el 138 aniversario del nacimiento de Virginia Woolf, me he topado con esta frase suya. Creo que no puede encerrar más verdad. Me atrevo a afirmar con bastante seguridad, que la mayoría de los que me lean que sean escritores, estarán de acuerdo con Virginia, que el propio hecho de escribir es la parte más bonita de esto de juntar letras y crear historias.
Desde el momento que viene a tu cabeza la idea, los personajes empiezan a estar a tu lado y empieza la aventura. Lo bonito de esto de escribir, y lo malo (doy fe, ya sabéis, mi bloqueo), es crear la historia. El imaginar las características físicas, la personalidad de cada uno de ellos, el cómo van a interactuar, qué les mueve, porque se comportan como lo hacen, hasta poner la palabra fin y dejarlos ir. Porque los personajes se van de tu vida, o por lo menos se independizan en tu cabeza en el momento en el que pones esa palabra. Luego vuelven de vez en cuando de visita cuando los lectores te hablan sobre ellos, pero ya no es lo mismo, ya han dejado de ser tuyos. Y por supuesto que emociona y mucho que te digan que tus personajes han gustado o que les ha tocado la fibra sensible, pero es distinto.
Ese momento de soledad, del documento de Word/ papel/ notas del móvil, la música (quien la escuche), la taza de té... Es de deliciosa soledad en la que todo lo que hay fuera da igual. No importan los problemas de la vida real, solo tratar de solucionar o enredar a tus personajes. El vivir a través de ellos emociones que de otra forma (por tu personalidad, aspiraciones, falta de medios económicos, etc.), no podrías.
Desde ambos puntos de vista: el de lectora una historia que no sea tuya te puede llegar a gustar tanto o más que la que escribas, pero es un placer mucho más efímero que el de escribir. Al escribir, pasas más tiempo con tus personajes y ellos se acaban convirtiendo en parte de ti, porque con todos creces o aprendes, todos se quedan instalados en tu alma y donde quiera que vayas van un poco contigo. Puede que como si un amor del pasado se tratase, una canción, una ciudad, un paisaje, un olor te recuerde a ellos. Y eso, no me vais a negar, que se parece bastante al amor.
¡Feliz sábado!
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