Yo soy yo y mis circunstancias.
Que no te engañe mi
sonrisa, ni mi vitalidad para llegar hasta aquí ha habido muchas lágrimas,
mucho dolor y muchos fantasmas con los que he luchado cuerpo a cuerpo día a
día.
Saldré adelante porque
durante el camino aprendí a enfrentarme a ellos y a ver que en realidad, en su
mayoría no eran más que pensamientos puñeteros que yo misma creaba
inconscientemente. Aprendí que tengo un doctorado cum laude en autoboicotearme.
Os aseguro que nadie me ha hecho tanto daño como yo misma.
¿Cómo lo superé? No lo
hice sola y no fue nada fácil. Me muchísimo reconocer que necesitaba unas manos
expertas que me ayudaran a poner fin a esas inseguridades que me machacaban día
a día. Durante muchos años arrastré la pesada carga que llevaba mi conciencia y
no veía salida. Estaba atrapada en pensamientos nocivos que por no ser muy
importantes: "no vales para nada", "pero mira que eres
torpe", "eres tonta", nunca vas a tener amigos, "en cuanto
sepan cómo eres no te van a querer" y muchos otros que todavía hoy de vez
en cuando me acompañan, pero que al ser conscientes de ellos trato de compensar
con otros muchos más saludables.
Mi psicólogo me hizo enfrentarme al espejo de quién era realmente. No os voy a negar que ese momento fue incómodo para mí y tuve miedo. El reflejo del espejo me devolvió una imagen de mí que no conocía, era como si en realidad yo fuera una extraña: me vi débil. Hasta entonces creía que tenía controlados todos esos pensamientos y que era normal estar siempre diciéndome a mí misma esas cosas. En mi diccionario no cabía otra palabra que fortaleza, creía que era capaz de tirar para adelante pasara lo que pasase. Obviamente era mentira, pero no lo sabía. Fue una sensación muy chocante y me costó aceptarla porque me había pasado veintimuchos años de mi vida sin conocerme, pero a la vez le dio sentido a muchas cosas. Entonces decidí quererme más a mí misma, alejarme de aquello que me hacía sentir una persona que no tenía valor y centrarme en dar pasitos pequeños. El sol poco a poco se fue abriendo en el horizonte sin darme cuenta y cuando por fin estaba bastante mejor y fui consciente de mi cambio (varios meses después de empezar la terapia) comenzó a brillar con más fuerza que nunca. Volví a encontrar el rumbo, o mejor dicho lo encontré por fin.
Como es normal, aun
estando bien, también tengo mis días malos, pero los controlo mucho mejor que
antes, ya no pienso que es el fin del mundo por cualquier cosa porque de lo que
estoy segura es que tras ellos vendrán otros mejores. TODO PASA.
Y esta es parte de mi
historia. Nada extraordinario, pero real.
Así soy yo, simplemente
Bea.
No hay comentarios:
¡Déjame tu opinión!