Así soy yo

10.12.20

Yo soy yo y mis circunstancias.

Que no te engañe mi sonrisa, ni mi vitalidad para llegar hasta aquí ha habido muchas lágrimas, mucho dolor y muchos fantasmas con los que he luchado cuerpo a cuerpo día a día.

Fantasmas que no me han permitido dormir muchas noches, que cuando pienso en ellos me desvelan, que me aterran y que sé que volverán a aparecer. No sé cuándo, ni en qué momento, pero cuando vea una película, lea un libro o me tome un café me saludaran con su sonrisa heladora. Tendré miedo, por supuesto que sí, ¿cómo no tener miedo de volver atrás, a eso que durante tanto tiempo me paralizó y me hizo ser tan infeliz? ¿Pero sabes qué? Sé que saldré adelante cuando vuelvan.

Saldré adelante porque durante el camino aprendí a enfrentarme a ellos y a ver que en realidad, en su mayoría no eran más que pensamientos puñeteros que yo misma creaba inconscientemente. Aprendí que tengo un doctorado cum laude en autoboicotearme. Os aseguro que nadie me ha hecho tanto daño como yo misma.

¿Cómo lo superé? No lo hice sola y no fue nada fácil. Me muchísimo reconocer que necesitaba unas manos expertas que me ayudaran a poner fin a esas inseguridades que me machacaban día a día. Durante muchos años arrastré la pesada carga que llevaba mi conciencia y no veía salida. Estaba atrapada en pensamientos nocivos que por no ser muy importantes: "no vales para nada", "pero mira que eres torpe", "eres tonta", nunca vas a tener amigos, "en cuanto sepan cómo eres no te van a querer" y muchos otros que todavía hoy de vez en cuando me acompañan, pero que al ser conscientes de ellos trato de compensar con otros muchos más saludables.

Mi psicólogo me hizo enfrentarme al espejo de quién era realmente. No os voy a negar que ese momento fue incómodo para mí y tuve miedo. El reflejo del espejo me devolvió una imagen de mí que no conocía, era como si en realidad yo fuera una extraña: me vi débil. Hasta entonces creía que tenía controlados todos esos pensamientos y que era normal estar siempre diciéndome a mí misma esas cosas. En mi diccionario no cabía otra palabra que fortaleza, creía que era capaz de tirar para adelante pasara lo que pasase. Obviamente era mentira, pero no lo sabía. Fue una sensación muy chocante y me costó aceptarla porque me había pasado veintimuchos años de mi vida sin conocerme, pero a la vez le dio sentido a muchas cosas. Entonces decidí quererme más a mí misma, alejarme de aquello que me hacía sentir una persona que no tenía valor y centrarme en dar pasitos pequeños. El sol poco a poco se fue abriendo en el horizonte sin darme cuenta y cuando por fin estaba bastante mejor y fui consciente de mi cambio (varios meses después de empezar la terapia) comenzó a brillar con más fuerza que nunca. Volví a encontrar el rumbo, o mejor dicho lo encontré por fin.

Reconozco abiertamente que el dinero gastado en el psicólogo ha sido el mejor invertido de mi vida, porque ahora soy una versión mejorada de mí misma. Ahora me quiero, me valoro y sobre todo me acepto. Hasta que no me asumí a mí misma con todo lo bueno y lo malo no empecé realmente a quererme, aunque eso no impide que intente esforzarme en mejorar aquellas facetas mías que menos me gustan, pero no me obsesiono y tampoco me fustigo por ello. En definitiva, no sabía quererme bien y aprendí a hacerlo. 

Como es normal, aun estando bien, también tengo mis días malos, pero los controlo mucho mejor que antes, ya no pienso que es el fin del mundo por cualquier cosa porque de lo que estoy segura es que tras ellos vendrán otros mejores. TODO PASA.

 

Y esta es parte de mi historia. Nada extraordinario, pero real.

 

Así soy yo, simplemente Bea.  

 



No hay comentarios:

¡Déjame tu opinión!