Treinta y uno y más.

3.12.20


No sé vosotros, pero mi sensación es que el tiempo cada vez pasa más deprisa. Quizás sea el que ya de por sí cuanta más edad vas cumpliendo todo parece coger más velocidad sumado a que la sociedad de, permitidme la expresión, de usar y tirar, nos obliga de alguna manera a ello.

Estamos en la era de la inmediatez, la del olvido fácil y la del trabajo aún más rápido. Los resultados los queremos ya, no mañana, ni pasado, sino ya. Primamos la cantidad a la calidad, el ahora al poco a poco, el destino al viaje... Resultados, resultados, y resultados y si pudo ser ayer mejor que ahora o mañana.

Probablemente tú que me estás leyendo pensarás que este año ha sido nefasto y no has hecho nada importante. Según escribo estas palabras me doy cuenta de que yo misma hace unos días hablaba con una amiga y llegamos a la conclusión (ahora veo que errónea), de que 2020 no contaba porque realmente este año había sido un año en blanco. ¿En blanco de verdad?

No, no ha sido un año en blanco, ni vacío ni absurdo. Ha sido un año en el que hemos tenido tiempo, pero tiempo de verdad. Acaso tú, que me estás leyendo, ¿no echas un poquito de menos tener más? Dejemos de lado la pandemia y la  crisis económica que se avecina. ¿Pero no echas nada de menos el poder pasar más tiempo con tus hijos, con tus padres, leyendo, o haciendo chorrocientas videollamadas con tus amigos que antes veías más que ahora las medidas se han relajado?

Este 2020 para mí ha sido muy buen año y a la vez malo, ahí radica su peculiaridad. No quiero lo mal que lo he pasado en muchos momentos, pero a cambio, pude estar más tiempo con mis padres, para hacer cosas que me gustaban, me puse (y creo que todos), nos pusimos de acuerdo con nuestros vecinos en salir a los balcones a aplaudir a los sanitarios, y a tener rutinas en una jaula llamada casa, que no podía ser un mejor lugar. También me he vuelto más selectiva y además, ¿por qué no? He podido terminar tres novelas. Sí, tres. Si me llegan a decir esto último hace solamente diez meses habría pensado que mi interlocutor no estaba bien de la cabeza.

Y así ha sido mi 2020, el año en el que tenía 30 años, y que ha estado lleno de momentos llenos de contrastes buenos y malos. En mi caso sé que son más de los normales, pero este maldito bendito 2020 me ha hecho crecer, aprender a enfrentarme a mis miedos y a pérdidas; a sobreponerme y a sonreír aunque no hubiera ganas, a mirar al futuro sin olvidar que estoy en el momento presente. 

No sé lo que me deparan los treinta y uno que justo hoy cumplo, pero a los treinta les despido con una sonrisa llena de lágrimas. Así ha sido mi año.


¿Cómo ha sido el vuestro? Os leo si me lo queréis contar J.

 

Un abrazo.

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